SENDERO TRANSPERSONAL

INTEGRANDO PSICOLOGIAS DE ORIENTE Y OCCIDENTE

Bienvenidos al blog!

La Psicología Transpersonal o Integral, es un enfoque terapéutico que apunta a que el ser humano alcance niveles óptimos de salud psicológica, dándole importancia a la expansión de la conciencia.

Se trata de un acompañamiento terapéutico para que la persona aprenda a observar sus patrones mentales, sus creencias, que son la causa del malestar, que aprenda a desidentificarse de sus contenidos mentales, a trabajar con sus emociones saludablemente, que aprenda a hacerse responsable de sí misma, de sus relaciones, de sus experiencias, sin culpabilizar al entorno, a la vida por lo que le sucede, comprendiendo que la adversidad, es una oportunidad de cambio y desarrollo personal.

Capacita al paciente para que aprenda a satisfacer de una manera saludable sus necesidades a todos los niveles: físico, emocional, mental, espiritual, aprendiendo a conectar con la dimensión trascendental; todo ello conlleva a una integración de su personalidad y a alcanzar niveles superiores de salud psicológica, para luego poder trascenderla y conectar con la esencia.

Se toman en cuenta los problemas, dolencias particulares que empujan a la persona a una consulta y se las trabaja e integra, pero el enfoque principal de la Terapia Transpersonal, que la hace diferente y más abarcativa que otras terapias psicológicas (integra psicologías de oriente y occidente) es el de capacitar a la persona para que aprenda a conectar con sus propios recursos internos y permita desplegarse sin temores al proceso de crecimiento natural.

La terapia utiliza diferentes técnicas que se adaptan a las necesidades del paciente y a su estado de consciencia, integrando los niveles físico, mental y emocional (ego) y luego trascendiéndolo hacia los valores superiores, como la compasión, el amor a los demás seres vivos, el sentido de la propia vida, el desarrollo de la creatividad, etc., favoreciendo cambios en su nivel evolutivo.

martes, 11 de noviembre de 2025

Tendencias que nos mantienen atados a la rueda del sufrimiento



Según muchas tradiciones espirituales, existen tres tendencias básicas que nos mantienen atados a la rueda del sufrimiento:

- la tendencia a rechazar lo que nos resulta difícil o doloroso, la tendencia a identificarnos con algo sólido que nos proporcione consuelo y seguridad y la tendencia a insensibilizarnos para no experimentar, de ese modo los problemas inherentes al placer y al dolor, a la pérdida y a la ganancia.

El bypass espiritual es un síntoma de la primera de estas tendencias, la tendencia a huir de lo que nos resulta difícil o desagradable. El ego débil -el ego que no se siente lo bastante fuerte como para afrontar las dificultades busca el modo de eludir los sentimientos. Así pues, el intento de escapar de los problemas no resueltos de la personalidad condicionada constituye uno de los principales peligros del camino espiritual, sobre todo para los occidentales modernos.

- La segunda tendencia -la tendencia a la identificación y el estancamiento suele ser una de las trampas más sutiles de la psicoterapia. Hay personas que encuentran tan fascinante escarbar en sus sentimientos, arquetipos, sueños y relaciones, que permanecen continuamente absortos en su mundo psicológico. Y es que el hecho de considerar al trabajo psicológico como la culminación del viaje puede abocar a un callejón sin salida que no haga sino alentar el egocentrismo. 
Como dijera Freud en cierta ocasión, nunca llegaremos a drenar por completo el pantano: por esto, el hecho de centrar desproporcionadamente nuestra atención en los estados o conflictos internos de la estructura de nuestra personalidad puede convertirse en una trampa sutil que nos impida trascenderla.

- La tercera tendencia, la tendencia a insensibilizarnos tanto de nuestra experiencia personal como de nuestra vocación espiritual, es una de las trampas más comunes de nuestra sociedad. Todos nosotros tenemos una parte a la que le gustaría ocultarse y pasar la vida realizando el menor esfuerzo posible. Esto es, precisamente, lo que conduce a las dependencias tan frecuentes en Occidente -como la dependencia de la televisión, de los espectáculos deportivos, el consumismo, el alcohol y la drogadicción formas de adormecernos y evitar así afrontar las dificultades de la vida.

Las tres dimensiones de la condición humana de las que habla la filosofía china tradicional -el cielo, la tierra y el ser humano pueden ayudarnos a sortear estos tres grandes peligros: el bypass espiritual, la absorción egocéntrica en uno mismo y la distracción que conduce a la insensibilización.

Dicho en palabras muy sencillas, somos seres que permanecemos erguidos con los pies sobre el suelo y la cabeza orientada hacia el cielo. Nuestros pies se asientan en la tierra y no tenemos más remedio que permanecer donde estamos, lo cual implica la necesidad de respetar el mundo y a nosotros mismos en el plano horizontal, algo que trata de eludir el bypass espiritual. Este es el principio terrenal.

Pero nuestra cabeza también se halla simultáneamente orientada hacia el cielo que nos rodea y nos permite ver cosas que se hallan mucho más allá de los intereses y preocupaciones ligadas a la supervivencia inmediata, como el horizonte, las estrellas, los planetas y el espacio inmenso que rodea la Tierra.

A pesar del aparente significado de las preocupaciones terrenales, basta con ascender tres mil metros para que las cosas empiecen a perder parte de su importancia. Y, si todavía subimos más arriba –como hacen los astronautas-, todo acaba convirtiéndose en una mancha diminuta.
Cuanto más ascendemos verticalmente -algo que nuestra conciencia siempre puede hacer—, más nos adentramos en el espacio insondable. Y es que la conciencia humana no pertenece tan sólo a esta tierra, y nuestra vida sólo cobra sentido en el trasfondo que le proporciona el espacio infinito. Éste es el principio celestial.

Cuando no prestamos la atención debida a estas tres dimensiones, nuestra vida se distorsiona y desequilibra.
Si sólo nos ocupamos de las cuestiones ligadas a la supervivencia y a la existencia inmediata acabamos pegados a la tierra y hundiéndonos en el fango.
Si, por otra parte, no tenemos adecuadamente en cuenta nuestras necesidades terrenales, acabamos desconectándonos de la tierra y perdiéndonos con la cabeza en las nubes.
Si, por último, tratamos de dejar de lado nuestra ternura, acabamos atrapados en la coraza del carácter que desarrollamos para proteger nuestros vulnerables centros sensibles. Y es que, aunque no tengamos el caparazón del armadillo ni las púas del puerco espín, nosotros desarrollamos las defensas del ego.

Ser plenamente humano significa tender puentes entre la tierra y el cielo, entre la forma y el vacío, entre la materia y el espíritu. Y nuestra humanidad se expresa en el corazón, en la profundidad y la ternura que se abre en la intersección entre esos dos polos.
Welwood J.


sábado, 1 de noviembre de 2025

Sé tu propia luz


Si lo que ocurre ahora influye en lo que ocurre a continuación, quizá tenga sentido echar un vistazo a nuestro alrededor de vez en cuando para poder estar más en contacto con lo que está ocurriendo ahora, para poder orientarnos tanto interna como externamente y percibir con claridad el camino que estamos recorriendo realmente y la dirección en la que estamos yendo.

Si lo hacemos, es posible que esto nos permita trazar un recorrido que sea más fiel a nuestro ser interior: un camino del alma, un camino con corazón, nuestro Camino. Si no, el impulso de nuestra inconsciencia del momento presente simplemente determina el momento siguiente. Así los días, los meses y los años pasan rápidamente sin que nos demos cuenta, sin que los aprovechemos, sin que los valoremos.

Con demasiada facilidad podemos permanecer en una especie de pendiente resbaladiza cubierta de niebla que conduce directamente a la tumba; o bien despertamos en la claridad, que en ocasiones precede al momento de la muerte y despeja toda niebla, y darnos cuenta de que lo que habíamos pensado durante todos esos años acerca de como debíamos vivir nuestra vida y lo que era importante, era en el mejor de los casos, medias verdades no examinadas basadas en el miedo o en la ignorancia, meras ideas personales que constreñian la vida y que no eran la verdad...

Nadie puede hacer el trabajo de despertar por nosotros, nadie nos puede liberar de nuestra ceguera.
Despertar es algo que solo nosotros podemos hacer. Al fin y al cabo, donde quiera que vayas, allí estarás.
Es tu propia vida la que se está desplegando.

Como dice Buda: SÉ TU PROPIA LUZ.



lunes, 13 de octubre de 2025

Psicología del despertar



Una cosa es participar en retiros y tener experiencias extraordinarias y otra muy distinta llegar a integrar las nuevas comprensiones en la vida cotidiana.
Aisladamente considerados, el trabajo psicológico y el trabajo espiritual son limitados, y el desarrollo exige su adecuada complementación.
El despertar necesita de la psicología tanto como la psicología necesita del despertar.

Cualquier psicología del despertar realmente completa deberá investigar la relación existente entre las dimensiones suprapersonales, personales e interpersonales.
La psicología del despertar subraya la necesidad de emprender una práctica en tres dominios diferentes, la meditación (en lo que respecta a la dimensión suprapersonal), el trabajo psicológico (como forma de explicar las relaciones personales) y la práctica de las relaciones conscientes (en cuanto a su dimensión interpersonal).

Cada una de estas prácticas tiene ramificaciones en las demás.
No basta con alcanzar determinadas comprensiones espirituales, sino que también es esencial desarticular las pautas emocionales y mentales subconscientes ancladas en el cuerpo y en la mente que impiden la realización de una modalidad de ser más elevada y plena.

El proceso de individuación requiere un proceso de clarificación psicológica que estimule el desarrollo de un individuo auténtico que pueda encarnar y expresar en su persona las dimensiones superiores del ser.
No sólo debemos aprender a abrirnos y entregamos a lo divino y a lo último, sino que también debemos comprender -al menos en Occidente- el modo como la maduración individual puede ayudarnos a integrar la realización espiritual en el entramado de nuestra vida personal y de nuestras relaciones interpersonales.
No sólo debemos, pues, despertar a nuestra naturaleza espiritual última, sino que también debemos crecer y convertirnos en personas maduras plenamente desarrolladas.

La psicología occidental se ha dedicado al estudio de la mente condicionada y la ha investigado de un modo tan brillante como lo ha hecho Oriente con la conciencia incondicionada. Así es como nos ha permitido comprender, por primera vez en la historia, el funcionamiento del psiquismo individual, su proceso de desarrollo, los conflictos que le aquejan y cómo reproduce, en la vida adulta, las contradicciones internas, las pautas defensivas y la dinámica interpersonal que aprendió en los primeros años de la infancia. 
Desde esta perspectiva, la curación psicológica exige la comprensión, la explicación y el trabajo con esa dinámica evolutiva.

Oriente y Occidente han dado origen a dos modalidades de psicología que se basan en métodos distintos y que apuntan en direcciones completamente diferentes.
Por su parte, las psicologías contemplativas orientales, se han basado en la práctica meditativa y enseñan el modo de alcanzar el conocimiento directo de la naturaleza esencial de la realidad que subyace más allá de nuestra mente conceptual convencional.

La psicología terapéutica occidental, por su parte, se basa en la práctica clínica y el análisis conceptual y nos permite rastrear las causas y condiciones concretas que determinan nuestra conducta, los estados de nuestra mente y la estructura global de nuestra personalidad.

Pero aunque el énfasis oriental -en la conciencia no personal y en la realización directa de la verdad y el énfasis occidental -en la psicología individual y en la comprensión conceptual puedan parecer contradictorios, también son, desde otra perspectiva, complementarios.
En última instancia, ambos enfoques resultan esenciales para una comprensión plena de los potenciales intrínsecos a la existencia humana.

El hecho es que, más allá de sus diferencias geográficas, étnicas y culturales, Oriente y Occidente representan dos facetas diferentes de nosotros mismos cuya relación podríamos asimilar a la que existe entre la inspiración y la espiración.
En este sentido, el énfasis oriental en abandonar toda fijación a la forma, los rasgos individuales y la historia se parece a la espiración, mientras que el énfasis occidental en la forma, la individuación y la creatividad personal se asemeja a la inspiración. Y del mismo modo que la inspiración culmina en la espiración, la espiración concluye en una nueva inspiración. Se trata de dos facetas tan complementarias que resulta inconcebible separarlas ya que una, sir la otra, sólo representa la mitad de la ecuación.
J. Welwood


domingo, 5 de octubre de 2025

Tu verdadero valor



Tu verdadero autovalor, no radica en lo que los demás piensen de ti, o lo que no piensen. La opinión de los demás, no es lo que te define!!!

Puedes recibir elogios, como también muchas críticas y ambos aspectos son neutros.
Ninguno de estos polos, habla de la verdad acerca de quién eres tú.
Tu autovalor tampoco está en tu cuerpo físico, ni en tu estado anímico, ni tampoco en la actividad que en este momento de espacio-tiempo estas desarrollando.

Si sientes que tienes problemas para auto aceptarte y amarte a ti mismo, piensa por un momento, a quien o a qué le has dado autoridad y poder para definirte.

Hoy medita: En qué te sostienes? :
En lo que otros piensen o digan...
En el aspecto de tu cuerpo físico...
En una relación...
En cuánto dinero tengas...
En tu profesión o habilidad...

Un sabio Indígena decía:

" QUIERO SABER QUÉ TE SOSTIENE DESDE ADENTRO, CUANDO ESTÁS SOLO..."

Hoy busca ese lugar dentro de ti que es inmutable y eterno, donde sostienes la carga energética ilimitada y única, de quién eres tú.
Una nueva felicidad y paz llenarán tu ser, porque una vez mas, recordarás quien eres...

Chary Mágica


domingo, 28 de septiembre de 2025

Aceptación desde sabiduría


Cuando tengo ira, tristeza, angustia, estrés, miedo, apego, es porque hay algo que yo no acepto. Cuando me siento obligado a hacer algo, hay algo que no acepto.

En general, cualquier situación que no sea de paz y armonía está relacionada directamente con una no-aceptación de una realidad de la vida...

Cuando una persona tiene cualquier nivel de sufrimiento interior ante algo que no acepta, su ego trata de disfrazar la situación para que no se elimine, porque si se eliminara, se eliminaría el ego mismo. Entonces todo sufrimiento ante algo externo, es una limitación mental que yo tengo, limitación que no me permite aceptar la realidad.

Si yo tengo estrés, ¿qué es lo que no estoy aceptando?
No estoy aceptando que hay una situación que es superior en un momento dado a mi capacidad de acción, y no estoy aceptando la posibilidad de que yo voy a disminuir algo porque yo creo que no puedo vivir sin eso.

Siempre está la no aceptación, cuando tú le dices esto a la vida: “Yo no aceptaría esto de ninguna manera. Yo no puedo vivir sin esto”.
La vida te va a responder: “Vamos a demostrarte que sí puedes”. Es la ley de correspondencia, a través de la no-aceptación.

Logras saber que ya aceptaste alguna situación porque en tu interior hay un síntoma inequívoco de paz interior, satisfacción, alegría, entusiasmo y energía para la acción. Cuando eso es lo que está presente, tú sabes que ya aceptaste algo. Ante la aceptación desaparece la posibilidad de sufrimiento.

Mientras yo no acepte algo, me hago correspondiente con la situación que me enseña a aceptarlo. Cuando lo acepto, esa situación ya no es necesaria. 
Entonces la persona que lucha contra algo, cada vez se hace más correspondiente con mantener esa situación.
 “Todo aquello a lo que tú le hagas resistencia, se manifestará con más fuerza contra ti”, porque esa es una ley del Universo.
Deja de hacerle resistencia a la vida, y ninguna fuerza podrá ir en contra tuya, ese es el secreto de la aceptación.
Cuando alguien tiene un rechazo a la vida, no acepta la oportunidad de aprendizaje que ofrecen las dificultades.

Cuando yo me preocupo por algo, ¿qué no estoy aceptando? ¿Qué puedo perder?
Algo que yo ya no necesito. Ese es el motivo de la preocupación; no has comprendido que jamás podrás perder lo que necesitas, y que si alguien se lleva algo es porque tú ya no lo necesitas, o lo que necesitas es la experiencia del desapego.

Cuando criticamos a los demás, no estamos aceptando las costumbres, las ideas y las decisiones de los demás... es decir, no los estoy respetando. Para dejar de sentirme mal con el comportamiento de los demás, debo ser capaz de aceptar lo que no acepto.
Por ejemplo, cada quien hace y dice lo mejor que sabe aunque se equivoque, y yo no tengo por qué ir a rechazarlo, ni a juzgarlo, ni a criticarlo... Él tiene derecho a eso, él no tiene la culpa de que yo me sienta mal con lo que él hace: esa es la reflexión para poder empezar a comprender la necesidad de aceptar a las otras personas como son.

Cuando yo no puedo aceptar algo, no puede haber un disfrute, una satisfacción. Si no eres capaz de disfrutarte algo, es porque hay algo que no aceptas. Aquello que eres capaz de disfrutar, es porque ya lo tienes aceptado.

Aquello que trae paz, alegría, entusiasmo y sube tu energía para la acción, está relacionado directamente con lo que tú ya tienes aceptado, con lo que ya tienes comprendido.

La persona con capacidad de aceptación es la persona que es capaz de ser feliz por sí misma, tiene más flexibilidad mental, más sabiduría y más amor.

Cada vez que se presenta una disparidad de criterios en una relación, el que cede (en forma consciente y voluntaria, dándose plena cuenta de lo que está haciendo) ha ganado en flexibilidad, en aceptación, en comprensión. Ha derrotado su ego. Ha ganado algo. El que gana pierde, porque dejó pasar la oportunidad de aprender algo. “Triunfó” pero quedó igual...

G. Schmedling



miércoles, 24 de septiembre de 2025

Fluir


El acto de fluir refleja ese suave resbalar de las aguas del río por el cauce hacia el mar. 
Fluir habla de observar cómo sucede el devenir sin despistarse. 
Fluir habla de comprobar cómo, sin forzar la propia intervención en el desenlace de los acontecimientos, las cosas encajan por sí solas en una dirección insospechadamente óptima. Fluir significa sujetar delicadamente al ego, con sus miedos y deseos, y abrirse a la sintonía de un yo global más sabio que propicia aquella victoria en la que todos ganan. 
Fluir significa apostar por la Confianza, con mayúsculas, en un principio de orden superior, a través del cual se mueven las fichas de la vida de manera sabia y misteriosa. Un flujo que avanza sin el miedo que propicia el no control de un agobiado ego que vive agarrado a la falsa seguridad de la tensión y la ansiedad anticipatoria.
Fluir es dejarse inundar por el presente sabiendo que el río de la vida discurre por entre las dos orillas de la claridad y la confusión, mientras el uno mismo observa a ambas. Un tercer punto más allá de ellas. 
Fluir significa que la tristeza no perturba y que la frustración no nos arrebata del sólido promontorio interior desde el que atestiguar con la suave y benévola sonrisa del alma.
Fluir por la vida es situarse en el Testigo primordial, neutral y ecuánime que, de manera inafectada y totalmente imperturbable, observa el juego del dolor y del placer mientras el psicocuerpo crece, se desarrolla, decae, envejece y muere. 
Sin duda, a quien le sucede todo este proceso del vivir en un cuerpo, es al yo-Espectador de la aventura de la conciencia. El Testigo que observa a la mente soñadora de realidades estimulantes y contradictorias.
Unos lo llaman Tao, otros, simplemente, Alegría sin causa. Pero también se le llama, Bondad primordial, Pura Consciencia. De todas formas, son tan sólo nombres que apuntan a ESO que somos en esencia. Una Identidad Suprema que no ha nacido ni morirá porque existía antes y después del Big Bang, porque está fuera del tiempo y pertenece al plano del Ser que llamamos infinito. Si uno lo busca, tal vez, malgasta su tiempo porque nunca lo perdió, de la misma forma que la humedad nunca pierde al agua. Sucede que es el Todo, algo que el ego no puede concebir, mientras no sea eclipsado y expandido en momentos ocasionales de Gracia. Se trata de instantes en los que brota la verdadera naturaleza de la mente profunda en donde la gratitud y ternura se derraman. 
J.M.Doria



martes, 9 de septiembre de 2025

El poder del inconsciente

 

... El inconsciente es el gran desconocido, vendría a ser como un mar ignoto: en él se encuentran todos los arquetipos, los recuerdos ancestrales, los deseos ocultos, los secretos que gobiernan nuestras vidas.

Al inconsciente se lo suele concebir como una serie de compartimentos superpuestos, como las capas de una cebolla. Uno envuelve al otro, y así sucesivamente.

El inconsciente es el 95% de nuestro funcionamiento, rige nuestras vidas, nuestras elecciones y decisiones, nos guía al escoger pareja, una casa, una vocación.

No razona, es muy visceral, al menos en algunos de sus programas.

Controla todo lo que nos sucede, sobre todo los acontecimientos impactantes e inesperados en los que la carga emocional domina la situación, y se graba en él.

El cerebro reptiliano, que es el principal soporte del inconsciente biológico, tiene por misión fundamental salvarnos la vida, es totalmente visceral y reacciona con la máxima rapidez; pero, sobre todo, tiene una función vital, que es grabar todo lo que los sentidos perciben en cada situación estresante a fin de evitar que en otra situación parecida, repitamos el mismo error.

Ejemplo, un niño pequeño toca con su manito una lámpara encendida; le quedará grabado para siempre que no tiene que volver a hacerlo si no se quiere quemar.

Asimismo, lleva programas heredados de nuestros ancestros que nos vuelven más sensibles a situaciones cotidianas, y ello hace que vivamos experiencias muy exageradas, cuando, en realidad, no tendrían por qué ser así.

La emoción es el principal vehículo de anclaje o grabación del acontecimiento, sin ella el inconsciente no reacciona.

El inconsciente nos hace repetir una y otra vez situaciones, sean estas felices o enfermizas.

Muchas veces, lo hace de una forma compulsiva y, sobre todo, irracional. 

El pasado se repite en nuestras vidas, se halla oculto en el inconsciente, un pasado que llamamos futuro. Hace falta un acto de conciencia, para poder cambiar el propio futuro.

Si reacciono a un estímulo y me dejo invadir por la emoción resultante, el programa seguirá manifestándose e inevitablemente viviré los acontecimientos.

Por eso, el acto de conciencia en cada instante es una oportunidad de elegir responder ante la situación, pudiendo regir tu vida y evitar que la rijan los programas inconscientes.

Si estuviéramos realajadamente alertas a cualquier impacto emocional, si nos disociásemos lo suficiente de este, reduciríamos la emoción que nos reclama el inconsciente; podríamos gestionarla y cambiar la relación causa/efecto por otra relación causa/efecto.

Lo importante es saber que el inconsciente se alimenta de nuestra atención, pero de atención emocional, y esta puede ser cambiada con un acto consciente si se entrena suficientemente a la mente para hacerla observadora.


Es imprescindible desarrollar este «estado de alerta» si queremos desvincularnos de relaciones adictivas, de repeticiones, que nos hacen vivir una y otra vez las mismas situaciones, los mismos problemas, con actores diferentes.


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Pero no todo el contenido del inconsciente es trauma, dolor, situaciones inconclusas, etc.


“El inconsciente no es algo malo por naturaleza,

es también la fuente de bienestar.

No sólo oscuridad sino también luz,

no sólo bestial y demoníaco,

sino también espiritual y divino.” Carl Jung



Jung hablaba del Consciente, del Inconsciente y del Supraconsciente, siendo para él éste último también inconsciente, pero no oscuro, sino de luz.

Para Jung el Supraconsciente siempre nos acompaña aunque no seamos conscientes de él, y deja de ser inconsciente en el momento en el que tomamos consciencia de él.

El proceso de ir haciendo consciente lo Supraconsciente para vencer lo sombrío que también existe, se traduce como el proceso de la Evolución del Ser Humano.

El camino de la Evolución es "Abrir Consciencia".


Cuanto más aptos somos para hacer consciente lo inconsciente, más grande es la cantidad de vida que integramos”. Carl Jung


La mente supraconsciente es la fuente de toda la creatividad, la intuición, las inspiraciones repentinas, motivaciones y da la habilidad de ver las cosas de forma totalmente diferente.

Para Jung, el “Supraconsciente” es el patrón psíquico capaz de dirigir de forma magistral a nuestra naturaleza racional, emocional e instintiva de nuestro pequeño “ego” o “yo inferior”.

De esta manera, Jung ofrece una visión más holística del ser humano, porque añade este aspecto liberador y trascendente de nuestra consciencia.




Quieres aprender más sobre el tema:


www.centroelim.org